José Antonio Ortiz/Daniel Ibarra/Dani Salas. GESTIMAR S.L. 16 de diciembre de 2015
Se centró este tipo de pesca denominado “encañizadas “en las costas levantinas por abundar en ellas los esteros y lagunas, aplicándose diversos tipos de artes según las características de cada caso, siendo las más importantes las del Mar Menor, Albufera de Valencia y Delta del Ebro. (J. Más. La pesca artesanal en el Mar Menor. 1988).
Como ya comentamos en el post de la salida en la embarcación «Nuevo Porvenir»: a zarpar paranzas claras, las artes de pesca utilizadas en el Mar Menor son muy numerosas y variadas, en proporción a sus pequeñas dimensiones, pero es quizás la encañizada, la más significativa de todas, tanto por su capacidad de estructurar el territorio, (edificios, poblados, etc.), como por su explotación, que se ha mantenido a lo largo de siglos .
La encañizada puede ser catalogada, al igual que la almadraba, como un arte de pesca pasivo, que guarda cierta similitud con los corrales de pesca utilizados en el litoral noroccidental gaditano, Sanlúcar de Barrameda, Chipiona y Rota, en cuanto al conocimiento y aprovechamiento del medio físico así como por la ejecución de trampas para peces, que aunque realizadas con distinto material, cañas en las primeras y rocas en los segundos, buscan el mismo fin: mantener al pez vivo.
Encañizada de La Torre. San Javier. Los peces son dirigidos a las dos jaulas extremas, llamadas también paranzas, para su captura.
Corrales de Chipiona. (Fotografía: Ayuntamiento de Chipiona). Cuando baja la marea, los peces se concentran en charcas y pozas donde son capturados.
Se trata de una arte de pesca antiquísimo. Fueron los árabes instalados en el litoral, durante los siglos VIII-XIII, los que advirtieron que las golas, -canales naturales de agua-, entre el Mar Menor y el Mediterráneo eran paso obligado para los peces. Estos peces, sobre todo mújoles, doradas, lubinas y magres, entraban en el Mar Menor especialmente en época estival, cuando más alta está la cota de agua, para desovar. Las crías marmeronenses se alimentaban y crecían con mayor seguridad en la laguna retornando al Mediterráneo cuando alcanzaban la madurez. El ciclo se repite todos los años desde el origen de los tiempos.
De este modo, los árabes inventaron una serie de pasillos laberínticos construidos con cañas que clavaban en el suelo fangoso de la albufera para dirigir a los peces a unas grandes jaulas ( paranzas) donde eran capturados sin esfuerzo. Probablemente, en esta época, las encañizadas constituyeron durante muchos siglos el rasgo más característico del lugar, contando con una en cada gola de La Manga.
La encañizada era y es un modo de pesca sostenible: por un lado es un sistema selectivo, las pequeñas crías pueden escapar entre la separación existente entre las cañas, por otro, mantiene el pescado totalmente vivo hasta su venta, aumentando así la calidad del producto y su precio en el mercado.
Despesque, en un «embuste», de una paranza de la encañizada de La Torre. Fotografía: «Pescados Albaladejo»S.L.
Las primitivas encañizadas documentadas, se hicieron en el siglo XVI en la propiedad que donó el 28 de abril de 1272, Alfonso X el Sabio a su hermano, el Infante D. Manuel. (Martínez Rizo. Fechos y fechas de Cartagena. 1894)
Según nos lo describe, en 1584, Gerónimo Hurtado: “…Tiene esta albufera en la manga, que digo, doce bocas o golas, que así las nombran los moradores, por donde entra agua de la Mar Mayor a ellas, diferenciadas por la gola menor y por la gola mayor y están una de la otra como dos leguas poco más o menos: por la menor no puede entrar un barco, ni otro navío por el baxio que tiene y en la mayor, que está en término de ciudad de Murcia, hay una torre fuerte para defensa de las pesqueras que allí se hacen con mucha palizadas o cañizadas, que así se llaman, y esta torre se llama la torre de la Cañizada por dicha razón, la cual es moderna echa por amparo de los pescadores que se llevaban los moros a menudo”. (G. Hurtado. Biblioteca histórica de Cartagena. 1890)
Planta de situación de la encañizada de La Torre. Siglo XVI. Fuente: Archivo Municipal de San Pedro del Pinatar
Este escrito nos hace indicar como la “gola menor”, las del Ventorrillo, de La Torre y del Charco (o Harco), eran ya usadas en aquellos tiempos para las pesqueras de encañizadas.
En 1762, motivado por la crisis socioeconómica que atravesaba la ciudad de Cartagena, el aumento demográfico, el paro agrícola y las enfermedades, se obtiene una Autorización Real para la construcción de una encañizada en el paraje de Calnegre. Los beneficios de ésta irían destinados al Hospital de la Caridad, con fines benéficos, ante la creciente demanda de hospitalizaciones de enfermos desprovistos de asistencia sanitaria. Su funcionamiento desde entonces ha tenido escasa fortuna motivado fundamentalmente por una inadecuada situación geográfica de la misma, grandes deterioros causados por los temporales y escasa rentabilidad.
Mapa del año 1817 de la entrada al Menor Menor por la torre de la Encañizada. Se nombran las encañizadas de La Llana, la Trabecia y la Goleta Mesana. Fuente; Ayuntamiento de San Pedro del Pinatar. Fondos Museo Barón de Benifayó
A comienzos del pasado siglo XX se tiene constancia de la existencia de cinco encañizadas instaladas en el Mar Menor, cuyos nombres de norte a sur son: Ventorrillo, La Torre, La Nueva o Charco (en las antiguas salinas de Corcolas), El Estacio y Calnegre, también denominada de Marchamalo o La Constancia. (Maria J. Valero. Artes y sistemas de pesca del Mar Menor. 1972)
En la década de los años 60 del pasado siglo funcionaban las cinco encañizadas, pero fueron desapareciendo sucesivamente, así y según se recoge en el Decreto 91/1984 de 2 de agosto de la Consejería de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Comunidad Autónoma de Murcia, existían en el Mar Menor tres encañizadas: El Ventorrillo, La Torre y La Constancia o de Marchamalo. Ya no aparece ni la encañizada del Charco (o Harco) ni la del Estacio, probablemente esta última por el dragado que se realiza en la Gola del Estacio en la década de los años 70.
Compañías del Mar Menor ( caladeros de paranzas) y distribución de Encañizadas a lo largo de la historia en La Manga del Mar Menor. Fuente: Cofradía de Pescadores de San Pedro del Pinatar. Elaboración propia.
En la actualidad, sólo la encañizada de La Torre sigue en funcionamiento, siendo la única que se mantiene instalada en el Mediterráneo, y probablemente en el mundo. A lo largo de los siglos, sobre todo en época moderna, esta actividad tradicional de la encañizada ha sufrido altibajos llegando incluso al abandono. Desde el año 1996, una empresa local, “Pescados Albaladejo”, mediante concesión administrativa, realizó la rehabilitación de la Encañizada de la Torre y vuelve a explotar este recurso tradicional y sostenible que define el carácter que durante siglos han mantenido los habitantes del Mar Menor.
Dice la tradición que las cañas de la Encañizada, para que no se pudran en el fango,se cortaban en Santomera, en la huerta de Murcia, en enero y en Luna menguante, para ser secadas a la sombra hasta el verano. En la actualidad, se importan de China paños completos de bambú que al parecer garantizan una durabilidad mayor de un año. (Fuente: Pescados Albaladejo)
Al norte y próxima a la de La Torre, la encañizada del Ventorrillo duerme a la espera… Todo un legado patrimonial del mundo pesquero que precisa de su recuperación y cuya puesta en valor suponga posiblemente un recurso cultural dinamizador para la diversificación del sector pesquero.
Casa de la encañizada del Ventorrillo, a la izquierda, y de La Torre, a la derecha
Estado actual de la casa de la Encañizada del Ventorrillo
Agradecer desde estas lineas a la empresa «Pescados Albaladejo S.L» por invitarnos, a través de una breve pero maravillosa travesía, a conocer la Encañizada de La Torre y, como no, agradecer la compañía de Antonio Belmonte y Juan Manuel Aguirre , guías en todo momento y fuentes enriquecedoras sobre este ancestral arte de las encañizadas.
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